SHADOW DANCER
En los salones arcade Shadow Dancer era “el juego del perro”. En la segunda parte de Shinobi manejábamos a un ninja que esta vez vestía de blanco de los pies a la cabeza y que iba acompañado de un husky (o eso parece) que nos ayudaba a neutralizar a los enemigos. Era una novedad que llamaba la atención, junto con unos gráficos mejorados y un desarrollo inicial en un aeropuerto que recordaba a la película “La jungla de cristal 2”, rodada en un escenario similar.
En Shadow Dancer, en lugar de rescatar rehenes deberemos desactivar una serie de bombas repartidas a lo largo de las 3 fases del juego que discurren por variados escenarios como un aeropuerto, un tren, una cueva o una cascada. Al final de algunas subfases nos enfrentaremos a un enorme jefe que requerirá de toda nuestra pericia, y sobre todo, de todas nuestras magias.
El desarrollo del juego es algo más lento que en Shinobi, y aún así necesitaremos estar alertas y ágiles para esquivar los proyectiles de nuestros enemigos. Las subfases son algo más largas que en su primera parte, algo que si bien es bueno porque alarga la vida jugable del título, es un fastidio cuando nos matan al tener que volver al principio. Y nuestro mejor amigo de 4 patas, lejos de ser algo meramente decorativo, es un elemento imprescindible en algunos momentos en los que nos ayudará enormemente a superar algunos enemigos a los que en solitario no podríamos abatir.
Shadow Dancer repite un fallo que tenía su predecesor en versión panera: no tiene música durante las fases. Eso sí, los efectos de sonido son mejores. Los personajes están detallados y los fondos tienen buenos detalles como un bonito scroll parallax, aunque el uso del color es mejorable y en ocasiones sobra ese característico azul cyan del C64.
El control es muy bueno y repite la fórmula de Shinobi: desde el mando podemos mover nuestro personaje, cambiar de altura, disparar y manejar a nuestro canino compañero pulsando durante unos segundos fuego. Un defecto que condiciona la jugabilidad y lo hace más difícil es esa regeneración de enemigos “fijos” ya eliminados que hace que en algunos momentos nos peguemos más de un susto al volver atrás, y que tengamos que volver a empezar una larga fase desde el principio. Aún así, es un juego muy entretenido que, a pesar de su dificultad, invita a progresar un poco más en cada partida.
Sin ser mejor que Shinobi, su sucesor Shadow Dancer es un divertido juego con el que pasaremos buenos ratos aderezados con algún momento de desesperación.
CARÁTULA DEL JUEGO
DATOS DEL JUEGO
VÍDEO DEMOSTRACIÓN
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